Calle Sol
CALLE SOL 1
Los venezolanos queremos vivir en paz. Es la aspiración de todos los hombres y todas las mujeres que habitan esta tierra. En la casa, en el barrio, en la calle, en el trabajo, en la escuela, en todos los espacios donde vivimos, el deseo generalizado es la paz. Sin embargo, en estos tiempos, la realidad nos está imponiendo otra manera de convivir: la violencia. Los asesinatos, los robos, el desempleo, la contaminación, el alto costo de la vida … conspiran contra la tan anhelada paz de los venezolanos. ¿Por dónde empezar para construir un camino hacia la paz en medio de semejante circunstancia? Es necesario asumir la responsabilidad, individual y colectiva, de hacer posible la paz en aquellos espacios donde nos desenvolvemos. Una oportunidad para ello se nos presenta este año 2000, declarado a nivel mundial como el Año Internacional de la Cultura de Paz. Este puede ser el punto de partida para aquellos que no han intentado propiciar la paz, pero también puede ser “el empujón” oportuno para aquellos que ya lo hacen y necesitan reanimar su labor. Para poder vivir en paz es necesario crear una “cultura de paz” y de “no violencia es decir poner en práctica actitudes y valores de solidaridad, tolerancia, igualdad, libertad y justicia.
¿Cómo se hace eso?
El Manifiesto 2000 por una Cultura de Paz y Violencia nos pude servir de guía para incluir en nuestra vida cotidiana estos valores y actitudes. Veamos.
l. Respetemos todas las vidas: es necesario respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios.
2. No a la violencia: rechacemos la violencia en todas sus formas: física, sexual, sicológica, económica, y social, en particular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y adolescentes.
3. Seamos generosos: intentemos compartir nuestro tiempo y nuestros recursos materiales, cultivando la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica.
4. Hablando se entiende la gente: defendamos la libertad de expresión y la diversidad cultural, privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo al prójimo.
5. Solidaridad creativa: convirtámonos en protagonistas del desarrollo de nuestra comunidad; propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad.
Si cada uno de nosotros, por nuestra propia cuenta o en grupos, ponemos en práctica estos principios, estaremos poniendo nuestro granito de arena para la construcción de una vida en paz.